--------------------La forja de una peregrina-----------------

Su hijo tenía 15 años cuando pisó Camino por primera vez. A la vuelta, en el tren que nos llevaba a los dos de Mérida a Sevilla, iba preguntándome hasta dónde llegaríamos la próxima vez. Al llegar a casa no hablaba de otra cosa.

Creo que ahí empezó a gestarse una peregrina.

Un día le propuse hacer dos etapas (Sevilla-Castilblanco de los Arroyos). Tuvo que descalzarse, subirse los pantalones y meterse en agua hasta las rodillas para atravesar un riachuelo. Para colmo, en Guillena durmió a la intemperie sobre una colchoneta de gimnasio.

En esta etapa conoció y compartió cena y tertulia con el primer peregrino ajeno a la familia (se te saluda Jabato).

De Guillena a Castilblanco entró en contacto con uno de los más temidos enemigos del peregrino, la ampolla.

Ducha, lavadero y tertulia en “El Tubo”, de nuevo en compañía del Jabato de quien nos despediríamos horas más tarde, pues el continuaba Camino y nosotros volvíamos a casa.

Inasequible al desaliento, volví a proponerle meses más tarde una incursión al Camino: Castilblanco de los Arroyos-Fuente de Cantos; aceptó sin pensarlo dos veces. La fruta empezaba a madurar.

El primer día, subiendo la Cuesta del Calvario, Santi se apiadó de ella y le mandó un suave pero reparador chaparrón que nos acompañó hasta la entrada de Almadén de la Plata. Copio y pego lo que ese día escribí en mi diario:

“Jadeantes todavía por el esfuerzo de la subida, contemplamos a nuestros pies los tejados de Almadén de la Plata. El Sol acaba de salir entre las nubes que nos han regalado un chaparrón de verano para refrescarnos el ascenso.

A nuestra espalda, la Cuesta del Calvario yace vencida, despojada del halo con que se adorna para los que la contempla desde abajo.

Más atrás, a lo lejos, destaca la silueta de la torre de vigilancia de incendios a cuya sombra nos detuvimos a comer el bocadillo. Un poco más cerca, a la izquierda brilla el pequeño regato en el que sorprendimos bebiendo a una pequeña tropa de ciervos.

Es el paisaje del Berrocal. Atravesarlo es una delicia, contemplarlo desde arriba... inenarrable, hay que verlo.

La miro. Está radiante. Se lo había descrito muchas veces, pero hay que verlo.
Apuramos el agua que nos queda, no necesitamos seguir racionando, estamos a dos kilómetros, cuesta abajo, de una cerveza fresquita.”

El segundo día, yo contaba con la complicidad de Arroyo Mateo y no me decepcionó, pero debí dejarlo ahí. A punto estuve de meter la pata. Le propuse seguir hasta Monesterio y aceptó. Ya en las proximidades del Culebrín los buitres nos sobrevolaban. Ella en broma decía que olían su cansancio y yo pensaba, preocupado, que quedaban 8 Km de subida. Cuando llegábamos a Monesterio iba subiendo la cuesta andando en zig-zag, pero se la veía feliz. Vuelvo a copiar y pegar de mi diario:

“Nos levantamos antes que el Sol. Un café con madalenas en la plaza de la Palmera, y a caminar. Empezamos pronto a disfrutar del despertar de la dehesa. La casa de la postura le parece (nos parece), sinceramente, un parche, un añadido, algo fuera de lugar entre tanta naturaleza. Dirigimos nuestros pasos hacia Arroyo Mateos; caballos, toros, varias piaras de cerdos ibéricos, y una mastín, celoso de su territorio, del que nos deshacemos con un botonazo del ahuyentador electrónico que llevo colgado del cinturón. Lamento no poder mostrarle el mismo trayecto que recorrí las dos veces anteriores con Edu, pero, a pesar de todo, la belleza de la finca es espectacular. Si en Agosto subyuga, en una primavera lluviosa debe ser hermosa hasta decir basta. Ante el miliario conmemorativo, agradecemos la labor callada de tantos peregrinos que ha hecho y hacen tanto por La Plata(dejadme llamarla así, no Camino ni ruta ni vía). Es temprano cuando llegamos a El Real de la Jara. Aún no son las 11,00 cuando hemos acabado de disfrutar de una merecida tostada con jamón y un buen chorro de "gloria machacá" (aceite de oliva). Aquí es donde, horas más tarde, pensé que había metido la pata. Le propuse continuar hasta Monesterio y aceptó, pero es fácil tomar algunas decisiones cuando no se tiene toda la información. Por mucho que yo le describiera el camino, ella no sabía lo que era andar 36KM en Agosto, los 8 últimos coronando un pequeño puerto por asfalto.

Hasta el "Culebrín", la etapa es preciosa, lo sé porque la he recorrido varias veces antes y después de ésta, el paisaje adehesado propio de la zona se complementa con los restos de dos castillos que nos escoltan durante buena parte del recorrido. La naturaleza nos ofrece avistamientos de rapaces; águilas culebreras, ratonero, milanos,... y unos espectadores de excepción: una decena de buitres describían círculos sobre nuestras cabezas mientras subíamos hacía Monesterio.”

El único recuerdo claro que tengo de esta etapa es la imagen de ella, subiendo en zig-zag, como si buscara la única sombra posible, la que proyectaban sobre el asfalto los buitres que nos sobrevolaban. Juro que no es broma, aunque hoy, cuando nos preguntan sobre el Camino, lo expliquemos como una anécdota jocosa.

Recuerdo que pensé que había tensado la cuerda hasta romperla, que en esta etapa se había terminado el Camino para ella y querría regresar a Sevilla en el primer autobús después de romper su credencial. Eran las 17,00 y resistíamos gracias a la provisión de pepino, tomate y nueces que habíamos hecho en El Real, pero caía un sol de justicia. Mi intento de hacer de ella una peregrina estaba fracasando por mi culpa.

Pero bendito sea el gazpacho extremeño y la siesta española. En efecto, dos tazones de gazpacho, una ducha y una siesta de 4 horas de la que se levanto para cenar y volver a acostarse, hicieron el milagro. No pudimos visitar Monesterio, pero al día siguiente, tenía la misma ilusión que el primer día.

Monesterio-Fuente de Cantos es una etapa fácil y amena, y además, para una persona enamorada de la historia, el albergue tenía un atractivo añadido. Para colmo, nos dieron la misma habitación en la que habíamos estado su hijo y yo en nuestro Camino.

La fruta estaba a punto de caer, pero de momento volvíamos a casa. La recolección tendría que esperar unas semanas.
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Joaquín

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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